lunes, 2 de noviembre de 2009

Manifiesto




Manifiesto de Lemebel con este fragmento


No hablo de meterlo y sacarlo

Y sacarlo y meterlo solamente

Hablo de ternura compañero:

Usted no sabe

Cómo cuesta encontrar el amor

En estas condiciones

Usted no sabe

Qué es cargar con esta lepra

La gente guarda las distancias

La gente comprende y dice:

Es marica pero escribe bien

Es marica pero es buen amigo

Superbuena onda

Yo no soy buena onda

Yo acepto al mundo

Sin pedirle esa buena onda.

Pero igual se ríen.

Cómo es tener sexo con… otro hombre?






El olor de las mujeres me fastidiaba porque me hacía recordar a mi adorada mamá. Eso no impidió que estuviera con ellas, se suponía que era lo que debía hacer, eran los años donde lo normal era llevar a las novias a la casa para que los padres les dieran el "visto bueno" y los primos especularan sobre el buen sexo que tenía con ella. Eso me daba pereza.


Al tirar con las cuatro novias que tuve me aburría tener que satisfacerlas y conocerlas, cuando algo adentro (no sabía qué) me gritaba que una vieja no era lo que quería tener en mi cama, que su olor no me excitaba y que sus tetas, aunque me provocaran, no me llevaban al clímax. Esa delicadeza y ese extremo pudor no me dejaban explotar atómicamente para regar por todos lados mi salvajismo. Tiempo después, el azar me mostró el otro lado: los hombres.


Con ellos, supe que la fuerza me convertía en animal, y que en la cama y en la vida no quería cazar una presa ni ser cazado, lo que buscaba era una lucha en igualdad de condiciones donde la decencia que había que tener con las mujeres quedara esparcida por las sábanas. O simplemente esparcida.


En la transición entre dejar de ser lo que era y aceptarme como gay tuve un momento de bisexualidad, pude comparar el placer de follar con ambos sexos y descubrí que prefería ser devorado por un león y no arañado por una gatita, que me gustaban el olor y la pasión de un hombre que me rasgara la ropa hasta dejarme sin piel.


A muchas mujeres les gusta ser entendidas y amadas solo por ciertos lados. A los hombres nos gusta ser tragados literalmente por donde haya espacio, perder el pudor para jugar con cuanta cavidad se nos haya dado. No es solo sexo, es hacer el amor de la forma más desenfrenada, penetrándose por los sitios prohibidos, es romperle de frente la cara a un dios y encontrar puntos "ges" donde solo nosotros sabemos que existen, es jugar con lo que el Todopoderoso nos dio. Aquí no hay machos ni hembras: son dos humanos chupándose, sodomizándose, dándose y hundiéndose en la libido.


Una relación gay no indica mayores fijaciones de las que puede haber en una relación heterosexual. Hablar del tamaño del pene y su importancia en una relación gay es lo mismo: radica en el uso que se le dé. En una penetración anal, algunos prefieren luchar con el dolor y sufrir como metáfora de éxito y otros optar por un sutil placer para llegar a estados celestiales. En cuatro, de lado con la pierna alzada, uno encima del otro, en cualquier posición que se ocurra en el momento, como en cualquier tipo de relación. Cuando hago el amor con mi pareja la versatilidad e imaginación priman ante todas las cosas, siempre y cuando ambos estemos de acuerdo. Dura lo que dure y no siempre hay penetración, como con cualquier pareja. Lo mismo pasa con los gustos: que sean velludos o no es como para los hombres "normales" que las mujeres sean tetonas o no. Lo único que hace diferente al sexo entre hombres es que se trata de la lucha de dos leones enjaulados que se quieren destrozar el uno al otro.

Tomado de : http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=6214

Infiltrada en un bar de lesbianas

Citado en : http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?IdArt=7654


Bares donde solo entran mujeres hay muy pocos. ¿Qué pasa en un mundo donde no existen los hombres? SoHo le encargó a la periodista Margarita Posada que fuera a uno de estos sitios y nos lo contara.
El lesbianismo de las películas porno, ese con el que sueñan todos los hombres y que incluso le han propuesto a sus parejas heterosexuales, poco se parece a la realidad de las parejas de mujeres que salen a rumbear una noche cualquiera en Bogotá. La cuestión estética dista mucho de esa imagen de ninfas con cuerpos esculturales acariciándose los pezones mutuamente entre sábanas blancas. También dista del experimento adolescente de darnos un beso con una amiga por el que muchas hemos pasado. Creo que las que lo hemos hecho (sin mayores descubrimientos o sorpresas), podemos asegurar que si no hubiera habido un hombre viendo el espectáculo, ni siquiera se nos habría pasado por la cabeza hacerlo. A ese tipo de lesbianismo, yo le llamo el lesbianismo por conveniencia, que no es otra cosa que una manera más de excitar a los hombres y en nada compromete nuestro apetito sexual, por más bonita o buena "besadora" que la otra mujer sea.

Al entrar a Bianca´s tengo clarísimas mis preferencias sexuales, pero sé que puedo someterme a escenas eróticas que a lo mejor pongan en duda mis convicciones. Bianca´s es una discoteca crossover en un lugar ni fu ni fa de Bogotá, por la 72 debajo de la Caracas, donde de día lo que hay son ferreterías y tiendas cualesquiera. La fachada es blanca completamente y su letrero, de neón y en letra pegada. Hay un cover de diez mil pesos de los cuales cinco mil son consumibles. Al ver todo el panorama desde la entrada creo que nos equivocamos de sitio, pues puedo divisar en las mesas parejitas de hombres con mujeres, pero a medida que voy acercándome, me doy cuenta de que la menos femenina de la pareja es también una mujer. Curiosamente en las parejas de lesbianas siempre parece haber un ligero gusto por la masculinidad. Muchas de estas mujeres parecen tener más fuerza que un hombre. Tienen cuerpos macizos y llevan el pelo corto. Usan ropa holgada y casi unisex, por no decir que masculina. Con todo el respeto que merecen, me atrevería a decir que son una especie de "niñas niño". Habría que revivir a Freud y tal vez ni preguntándoselo a él podríamos entender por qué si a una mujer le gustan las mujeres, se inclina por otra de su género que es más masculina que femenina.

Debo aclarar que no solo me considero una heterosexual de pura sepa, sino que además creo tener una seria obsesión con el órgano masculino (hablo de ese órgano de manera recatada para no escandalizar a desconocidos, pero entre mis amigos uso la palabra que empieza por V sin tapujo alguno). Esto no lo digo por ser políticamente correcta, ni por salvarme de nada, sino por puro respeto a las escogencias sexuales de los demás, pues aunque infiltrarse en un bar de lesbianas no me pareció muy emocionante en un principio, eso no quiere decir que sea ni medianamente homofóbica. Que no me atraigan las mujeres no significa que me disgusten las lesbianas. No tengo ningún miedo de aceptar, además, que algunos de los grandes amores de mi vida han sido mujeres. Estoy y estaré siempre enamorada de varias de mis amigas, pero creo que jamás sentiré un deseo sexual por ellas.

Así las cosas, me siento con la productora de SoHo y con mi mejor amiga en una de las mesas de la pista. Hay alrededor de cincuenta personas en todo el establecimiento. Es extraño, pero en todos los bares gay a los que he ido encuentro que los hombres van en plan de levante. Acá por lo contrario, cada pareja parece en su cuento y no creo que sea muy bien visto que me ponga a tratar de coquetear. Sin embargo, creo que le gusto mucho más a las "niñas niño" que a las "niñas niña". Una de ellas me mira de reojo todo el tiempo, no sé si es porque desconfía de que sea lesbiana, o porque le gusto. Le pedimos media botella de aguardiente a una mesera que tiene el semblante típico de las guardias de cárcel femenina de película. Como somos tres, las demás mujeres nos miran con algo de curiosidad. Mi amiga y yo nos ponemos a bailar en la pista y la productora dice que para ella es evidente que somos heterosexuales. No sé si eso sea verdad, porque estamos bailando igual que todas las demás. No falta la parejita que se pone a bailar en posición de cucharita, espalda contra espalda, o mejor, culo contra culo, lo cual me ofende incluso entre heterosexuales. Por lo demás, son parejas bailando común y corriente. Dos o tres mujeres se nos acercan en toda la noche. Cuando le pregunto a una de ellas que cómo se llama, me contesta "I speak English". Al parecer tenemos porte extranjero, aunque yo soy más latina que JLo. Debe tener que ver con la estatura, pues mi amiga mide 1,80 y yo como 1,78 (con tacones). Luego mandan sentar a todo el mundo y empieza una ronda de karaoke. Dos mujeres deciden cantar El último adiós, de Paulina Rubio. Otra más canta Mío, aunque debería cantar mía, esa hembra es mía. Luego se para en el escenario una 'niña niño' con una voz excepcional. Es el Alejandro Fernández de las lesbianas. Por último se para mi amiga, que canta una canción de Selena bailando y actuando como si realmente hubiera hombres entre el público. Nos ganamos media botella de aguardiente por su actuación. Luego otra tanda de música. Como a las dos de la mañana nos mandan sentar de nuevo y sale una chica disfrazada de mariposa. Hace una especie de striptease que termina en topless. Todas las mujeres la miran con atención, pero no parece haber ninguna que se manifieste como lo hacen los machos, gritando o cogiéndola. Solo una mujer se atreve a meterle un billete de dos mil en las bragas.

Luego viene otra tanda de música en la que saco a bailar merengue a mi amiga y me cuesta tener ritmo con la mano izquierda levantada, como los hombres. Nos miramos a los ojos, ya un tanto alicoradas, y nos morimos de la risa. No parece haber en el mundo dos hembras más heterosexuales que nosotras dos, ahí agarradas como dos niñas de doce que ensayan antes de llegar a la primera fiesta. Supongo que es cultural el hecho de que a las mujeres siempre nos hayan permitido mucho más contacto físico que el que les permiten a los hombres entre ellos. Si uno ve a dos mujeres caminando de la mano por la calle imagina que son familia y, aún cuando no fueran nada, tienen siempre un pretexto de fragilidad para ir abrazadas o de la mano. Pienso en esto justo cuando mi amiga y yo nos soltamos un poco necesitadas de macho. Me doy cuenta de que no bailo tan sensualmente como cuando hay hombres mirando. Mi amiga me dice que no podemos ir a dormir sin antes ir a algún sitio donde haya hombres. Hay que aceptar que nos mueven los machos. Nada que hacer. Y si yo fuera lesbiana, seguro me gustarían las heterosexuales.

De cómo un gay se acuesta con heterosexuales



Tomado de:
http://www.soho.com.co

A nosotros también nos cuesta creerlo, pero es así. Lo cuenta alguien con la experiencia de haberse levantado a machos de ley que jamás hubieran pensado caer en garras de otro hombre.
Cuando tenía doce años hice mi primer viaje grupal con mis compañeros del séptimo grado de una escuela de la Patagonia. Fuimos a Las Grutas, un lugar de playas kilométricas en el Atlántico sur donde en el verano puede hacer 40 grados. La gente se refugia del sol implacable en las grutas que el mar ha cavado en la tierra hasta crear espacios en los que la temperatura es primaveral, unos 10 grados menos que el de la playa, metros más allá. Esa caverna húmeda fue el escenario de mi primera epifanía con un hombre.

El origen de ese deseo desembozado por varones que luego sería asumido y gozado suele ser para cualquier gay de mi generación una silueta, el cuerpo de un hombre que se nos antojaba irresistible. Los que habían organizado todos los bailes y ferias de platos para juntar el dinero del turismo estudiantil eran los padres y un grupo de ex alumnos. Eran pibes de unos 20 años que se nos antojaban, a algunas de las chicas y a mí, la excitación misma. Verlos pasar al fondo de la caverna donde jugaban al fútbol mientras yo oficiaba de único público del partido, solo por verlos como en pantalla gigante, ¡qué sufrimiento! ¡Qué terrible la memoria! Solo pensar que los primeros cuerpos que pude ver desnudos en la ducha fueron esos efebos puede explicarme hoy la increíble atracción que los hombres que nunca tocaron más que cuerpos de mujeres, heterosexuales activos y convencidos, puede producirme de vez en cuando, cuando vuelvo a ser aquella mariquita mojigata.

El tiempo hizo que esa iniciática conciencia del gusto por determinado tipo de hombre tuviera nombre, ya en la gran ciudad y lejos del pueblo sureño, donde sabría por las travestis que se les dice 'chongos'. El chongo argentino es una especie particular, pero en casi todas las latitudes existe una versión de chongo, aunque son otras las maneras de nombrarlo. En Colombia, sería injusto decir que el sinónimo de chongo es camaján. Camaján es un corpulento demasiado vistoso que no necesariamente ostenta una moral bisexual ni se permite un escarceo de última hora con un gay o un marica sin culparse luego por la bufarrada. Eso es lo que ocurre en la frontera entre la noche y la madrugada de muchos sitios.

En Buenos Aires los antros se encienden recién pasada la medianoche para un primer turno. Luego otras cuevas más oscuras y ruidosas dan sede al after hour. En el after la provisión de drogas se vuelve servicio en la mesa o en la barra por una travesti simpatiquísima que la coloca bajo una caja de fósforos junto al trago. El lugar había sido un cabaré con show y había resurgido con la idea que hizo furor desde fines de los noventa, un lugar gay friendly al que los hombres enfiestados de la noche también iban. Eran heteros, chongos argentinos, que embriagados y excitados acudían al frenesí del Transformation a seguir la noche hasta el mediodía.

En ese sitio fui beneficiado por la casualidad. El destino me regaló una cita con uno de esos tipos a los que se les recuerda por un rasgo muy particular y masculino. O sea, alguien con quien se ha fantaseado con razón, con intención de darle una oportunidad a su masculinidad para que se pruebe con un gay decidido. Él me encaró en la barra cuando eran apenas las seis de la mañana y pocos en el lugar. Me pidió fuego. Se llamaba, y pondré su nombre real porque es demasiado bonito, Osías. Por eso lo pude identificar, por lo particular de su nombre. Y por la voz.

En esa época solía llamar con frecuencia al radiotaxi que pagaba el diario en el que escribía. Eran decenas de llamadas. Del otro lado atendía esa voz de chongo que siempre decía lo mismo: "Taxi Ya, habla Osías, dígame", de una manera francamente masculina y al mismo tiempo sensual y juvenil. Se me antojó un plato divino. Lo deseé secretamente hasta que unos seis años después lo tuve sentado a mi lado. No le di importancia. No tenía fuego, y no me ocupé de iniciar una conversación, de pronto lleno de la vergüenza de la mariquita mojigata que había dejado en el sur. Pero el chongo insistió y a la hora, después de dos tragos y de que el sitio se poblara y se armara el baile, estábamos hablando de su vida, de sus hijos, de su ex mujer, y de la que tiene ahora.

Era jueves, las nueve de la mañana y los dos trabajabamos por la tarde. Cuando me dijo su nombre lo recordé. Le pedí que me lo repitiera: "Taxi Ya, habla Osías, dígame", dijo, con la misma entonación. Era él. Le confesé todo, sin prólogos. Me dijo dos veces que no. A la tercera salimos juntos del lugar y en taxi llegamos a mi entonces departamento de soltero. En el torso tenía tatuado a San la Muerte. Se quedó a dormir. Se quedó a desayunar. No fuimos a trabajar. Dormimos la siesta. A las nueve de la noche del día siguiente se fue para no volver. Un chongo no es para marido. Un chongo no suele ser para novio.

Si hay un acuerdo entre gays y locas que prefieren los chongos es que la perdición no es comérselos sino enamorarse de ellos. A estos heteros con permiso no se les puede pedir más que ese arrebato por lo general nocturno, alcohólico y adictivo, la oportunidad que al gay le da solo la compulsión masculina. Somos iguales, somos amigos, somos capaces de cogernos sin que nos pase nada malo. Tranquilo.

Con estas ideologías es que en la vida se me han puesto belicosos los asuntos por preferir con demasiada obviedad, chabacanería o violencia a esos chongos a los que se pretende alcanzar. He tenido muchas amigas bellas, talentosas, inteligentes, que se han conseguido unos hombres de símil factura, algunos más chongos que otros. Han sido todas generosas al señalarme con elegancia que si osaba tocarlos o intentar medidas que los llevaran a la confusión sería quemado vivo. Solo en tres ocasiones me excedí en el coqueteo, peligrosamente.

Solo una de las despechadas montó un escándalo que me dejó en pésima posición ante ella, ante mis invitados y ante mí mismo, desconsolado por la pérdida de una presa que me había convencido, sería deliciosa y fácil. Solo lo conseguí en algunas ocasiones. A veces, con carnada. Un pacto entre tres para que el chongo caiga en las redes de dos, un chico y una chica que no dejarán que pase de largo.

Cuando no se trata de una cacería nocturna las estrategias se limitan a algunas situaciones en gimnasios y parques. Los trabajos no suelen ser sitios ideales. Pero sí las fiestas del trabajo, donde siempre hay un impensado candidato al que se descubre entrada la noche.

Cualquiera podría calcular que esto ocurre con exclusividad en Buenos Aires, por ser una ciudad de varios millones de habitantes, con una oferta nocturna casi exagerada en comparación con otras capitales latinas. Lo que los porteños llaman "el interior", alguna de las 24 provincias argentinas esconde una experiencia de coqueteo marica con los chongos que se remonta a la vida del gaucho. Solitario, en medio de la pampa cultivó el viejo dicho: "Todo agujero es poncho". Mi amigo Juan, de Santiago del Estero, joven escritor de familia de comerciantes prósperos de esa provincia del norte, descubrió a través de amigos políticos del peronismo en Tucumán, provincia limítrofe a la suya, que los maricas locales habían conseguido armarse de una comunidad de chongos estables, semidesocupados, jóvenes de toda juventud, entrenados en el gimnasio, cumbiancheros y atorrantes, a cambio de dejarlos vivir su esparcimiento en sus quintas y casonas junto al cerro. A tal punto llegó el fanatismo que le produjo esa oferta a Lautaro, que se metejoneó con uno y lo trajo a vivir a la capital.

Detrás llegaron cinco más junto a su amigo, y tuvo que inventar la visita de tres tías beatas santiagueñas para que a los 20 días abandonaran su patio con piscina.

El riesgo de aposentar al chongo es alto. Sobre todo caro. En la película El amor es el demonio, un retrato de Francis Bacon, se narra la relación que establece con un chongo que entra en su casa a robar y del que se enamora a primera vista y sin remedio. La inserción de ese heterosexual seducido y rendido como marido a los antojos del artista produce una violencia cruel que los hace infelices.

En Buenos Aires, Lautaro suele acudir a algunos artificios del transformismo para salir a los antros. Quizás el más popular sea Amerika, famoso por su ampliada idea de dark room. Hasta el incendio del boliche bailable Cromañón el 30 de diciembre de 2004, donde murieron casi 200 fanáticos de la banda Callejeros, los controles de seguridad eran menores. Entonces en Amerika existía el túnel, un verdadero pasillo atiborrado y oscuro que solo atravesaba el que estuviera dispuesto a dejarse llevar por el roce de los cuerpos. Era una trampa mortal.

Se lo cerró y se creó un nuevo pasillo, ahora ancho, en el que entran 200 personas, con lugar para que todas las posiciones sean ensayadas sin dificultad. El reino de los chongos. Es el sexo más exprés, a la mano y económico que hay en la ciudad para heteros flexibles, como les dicen ahora hasta los doctores en antropología que los estudian en sus tesis académicas. Es el reino al que se accede con testosterona. En estos escenarios el valor del varón heterosexual, masculino y activo trepa por las paredes.

En pos de conseguir heteros, los gays y las locas suman estrategias de acuerdo con el perfil y el espíritu de cada uno. Mi mejor amigo, Manuel, 35, delgado y con una cintura mejor que la de la mayoría de las mujeres de su misma edad, rubio y de ojos claros, un irlandesito que podría ser deseado por ellos y por ellas, sin distinción, se acaba de comprar una peluca "de pelo de chola boliviana" por la que pagó 400 dólares. Pasó una larga temporada adaptando pelucas de pelo artificial que se terminaban convirtiendo con el uso cada fin de semana en melenas inmanejables.

Manuel vive hace 17 años con su novio de toda la vida, Pablo. Hace ocho abrieron la pareja y Pablo puede tener otros novios, por ejemplo a Javier, hace ya años, mientras que Manuel puede acceder a todos los que quiera sin enamorarse de ninguno en particular. Hace cuatro años, una noche en tren de confesiones me dijo: "Nunca más voy a coger con un gay". Cumplió. Comenzó por la ropa interior de mujer. Luego agregó el maquillaje que le robó a una hermana, el pelo largo y rubio, un corsé, los tacos especialmente diseñados. Ahora gasta parte de su sueldo como gerente comercial de una empresa en sostener el nivel de producción que ha elevado hasta niveles profesionales. Su anzuelo es un nickname muy explícito en www.contactosex.com. Es tan sexual y efectivo el nombre que se dio que en los últimos cuatro años a su "perfil" lo han visitado 51.000 veces.

Casi sin repetir cada fin de semana de todo ese tiempo se ha comido hombres heterosexuales. Casados. Solteros. Con hijos. Divorciados. Solo hace poco se enamoró de uno. Es del interior. Viene a la capital a trabajar cada 15 días. Y cada vez que llega a la ciudad lo llama con el tiempo justo para que él alcance a vestirse de 'Luli': una hora y media de producción.

Retirado de las pistas en las que supe nadar como habitué, me informan que la cacería de chongos ya no se detiene. El furor es una línea telefónica, me cuenta Lautaro. Allí en la "opción" que corresponde a las "mujeres que buscan hombres" se infiltran cientos de gays y maricas en busca de hombres heterosexuales que ante la falta de mujercitas acepten la proposición de un varón. Es extraordinario, son desde empleados de banco hasta profesores de secundaria, pasando por chorros y policías uniformados, festeja Lau. "Es cada vez mas fácil comer chongos. Sobre todo las nuevas generaciones que vienen sin tanto trauma ni prejuicio", cree.

Es un diagnóstico parecido al que hace uno de los blogs más populares del ambiente gay de Rosario, donde el gran lugar se llama El Beso y después de las cinco se llena de locas, gays y chongos. "El chongo siempre está caliente y quiere coger. Lo hace en cualquier lugar, de parado, como venga. No usa preservativos, ni vaselina. Escupe, lubrica con su propia saliva. No hace el amor. En la cama suele ser activo, aunque también puede ser pasivo. Pero es un supermacho hasta cuando se la ponen: no se queja, ni suspira, ni gime".

Talento Colombiano ??????

Talento Colombiano



















Quien soy yo






Esto es mi ALMA ,lo que hay detras del Dizfras......

Corpus....Corpus




O Sorrow, cruel fellowship,
O Priestess in the vaults of Death,
O sweet and bitter in a breath,
What whispers from thy lying lip?
‘The stars,’ she whispers, ‘blindly run;
A web is wov’n across the sky;
From out waste places comes a cry,
And murmurs from the dying sun:

‘And all the phantom, Nature, stands–
With all the music in her tone,
A hollow echo of my own,–
A hollow form with empty hands.’

And shall I take a thing so blind,
Embrace her as my natural good;
Or crush her, like a vice of blood,
Upon the threshold of the mind?

Quizas esto, es Mejor

Silenciosos o tal vez mas Visibles...usted decide.

Sera Posible lo que Dice el Video......

Sera POSIBLE......

De DeSpARChE........

Literatura.....




Estos son unas breves reseñas......



No se lo digas a nadie de Jaime Bayly:


Joaquín Camino (Santiago Magill) es un joven de la alta sociedad de Lima que tiene tendencias homosexuales, por lo que se ve enfrentado a los prejuicios de sus propios padres y al rechazo de una sociedad homofóbica y supuestamente muy conservadora, aunque altamente hipócrita. La película describe una serie de situaciones que le suceden a Joaquín, desde su adolescencia hasta la edad adulta. Esta novela al igual que la película, generaron controversia en ciudad de Lima: al dejar al descubierto, cierta cantidad de gays de armario, y adictos al vicio que se mueven en un mundo muy conservador.


El corredor de fondo de Patricia Nell Warren:


"El corredor de fondo" cuenta la historia de amor entre el entrenador de atletismo Harlan Brown y el joven corredor Billy Sive. Juntos preparan los Juegos Olímpicos de Montreal, enfrentándose a la homofobia dentro y fuera de las pistas de atletismo.16 de P.P. Hartnett:Steven solo piensa en vacaciones escolares y en ir de piscina en piscina con su amigo Michael. Crece rodeado de las imágenes que ha visto de los vídeos de música pop y en las revistas para adolescentes y muy pronto aprende que las miradas pueden ser una invitación. Pero… ¿Cuándo ha aprendido a responder? ¿Cuándo ha aprendido a interpretar el papel de chico del 16 años? Un hombre como asesor en la industria de la música, Carl fabrica las bandas de chicos que copan las listas de éxitos y llenan las tiendas de discos. Cuando conoce a Steven en una piscina municipal, no puede evitar que salga a la luz su lado más manipulador. Pero… ni siquiera él sabe lo que quiere ¿Hasta qué punto está preparado para aprovecharse del atractivo de la juventud?16 es una obra inquietante, morbosa y magistralmente construida. Una análisis my logrado de la sexualidad incipiente. Tal vez, para algunos, cuando se basa en muchos detalles puede ser perturbadora, e incluso cansado, sin embargo el libro atrapa con facilidad y la imaginación en sus límites sexuales se manifiesta.


Amando en tiempos de silencio de Timothy Conigrave:


A mediados de los 70. El charol y las plataformas reinaban en el ambiente. Jethro Tull batallaba por el Glamour de las Ondas. Y en la escuela católica de Melbourne Timothy Conigrave se enamora salvajemente del capitán del equipo de fútbol. Comienza una relación que durará quince años. Una historia de amor llena de miedos, reproches y separaciones. Este libro recrea con honestidad la historia de dos hombres y explora lo bueno y lo malo de las relaciones de pareja: la intimad, la falta de libertad, las tentaciones y la adversidad ante unos hechos que cambiarán sus vidas. Esta obra ganó el premio de “Derechos Humanos de Novela 1995” en Austria y se basa en un historial real.
Sin derramamiento de Sangre de Javier Ugarte Pérez:
Este es un enasto que surgió de la insatisfacción de su autor por el análisis que se hace da la homosexualidad, como el acercamiento a las luchas cotidianas por la igualdad; es decir, debe tanto a la reflexión como a la práctica política. De ahí nació la convicción de que se intenta asimilar su discriminación a la que sufrieron otros sectores en el pasado (mujeres, negros, etc) al tiempo que se señala lo incomparable entre esta situación y las demás. Es cierto que existen similitudes en cuanto al trato desigual, pero también se da una diferencia fundamental, y es que un homosexual no tiene aspecto diferente a un heterosexual, mientras los integrantes de otros grupos resultan fáciles de reconocer. Este aún no lo he terminado de leer pues bien le estoy sacando ideas para un post posterior.


Mi ángel bueno es un hombre encantador de Forman Browm:


Este fue el último que ha llegado a mis manos, no lo he leído y dice que se centra en el despertar de un joven homosexual durante el período de entreguerras. Es, probablemente, la primera novela estadounidense que contempla la homosexualidad masculina desde una perspectiva positiva.Voy a ver si encuentro al señor otra vez para ver si me puede conseguir más.Cualquier cosa me consultan.



La densidad de las almas de Christopher Rice:


La historia de cuatro jóvenes amigos de Nueva Orlens cuyas vidas toman direcciones drásticamente distintas cuando entran en el instituto. Meredith, Brandon, Stephen y Greg, antaño inseparables, se seaparán violentamente a causa de la envidia, una pasión secreta y la rabia. Muy pronto dos muertes violentas desbaratán lo más profundo de lo que en su momento compartieron. Cinco años después, los amigos vuelven a reunirse y, cuando se descubre que una de las muertes es en realidad un asesinato, los secretos se desvelan y las crueldades sin importancia del instituto se convierten en actos de violencia que amenazan a toda la ciudad. Con este libro lloré un montón al final.

Cuando Nadie Me Ve.......


Pensé que Laura no iba a poder despertarme, juraría que incluso se lo había dicho y asegurado, sin embargo me despertó. Miré el reloj digital que tenía en su mesita de noche. Pude ver los números verdes entre mis pestañas pegadas:

eran las siete en punto de la mañana. Maldije mentalmente y me di vuelta pensando dormirme pero unos ruiditos que venían de la cocina no me dejaban hacerlo. No porque fueran muy estridentes, sino sencillamente porque me daban curiosidad. Imaginaba que era Laura que se estaba preparando el desayuno, eran golpecitos de cubiertos sobre vajilla, líquidos, puertas que se abrían. Di otra vuelta en la cama y creo que me dormí de nuevo por un instante.

Un rato después me volví a despertar. Era Laura que había entrado a la habitación. Noté que entre mis piernas tenía una erección. Una erección matutina y demoledora. Yo seguía acostado, de espaldas a ella y podía escuchar que abría y cerraba cajones de su cómoda.—¿Te desperté? —escuché que preguntó con voz queda, casi imperceptible.No le respondí.—¿Manny? —volvió a preguntar, alzando un poco la voz.—Qué —le respondí, casi dormido.
—¡Ah! No sabía que estabas despierto.No dije nada. Escuché que se metía al baño y abría la ducha. La imaginaba bañándose, llena de espuma, con el agua corriendo a través de su cuerpo, gotas que caían por su espalda y largas piernas, gotas que entraban por cada una de sus comisuras. La erección no cedía y las imágenes y sonidos de Laura bañándose ayudaban a mantenerla aún más sólida. Por un momento pensé en levantarme, entrar al baño y cogerla ahí mismo. Luego volver a la cama y seguir durmiendo como si todo no hubiese sido más que un sueño.
Pero se estaba tan bien ahí, en la cama. Sin embargo, ya no pude dormir, al contrario, cada vez me despertaba más y más. Y la erección estaba cada vez más viva. Miré al techo, me quedé mirándolo por un momento, luego miré el reloj, eran las siete y veinte. Sólo habían pasado veinte minutos desde la primera vez que me había despertado.Escuché que salía del baño. De inmediato me levanté, la vi entrar a la habitación.

Tenía un albornoz verde y la toalla envuelta en el pelo. La saludé y me metí en el baño. Limpié el vapor del espejo, me miré. Luego me lavé rápidamente la cara, me acomodé el pelo con los dedos y salí. Cuando entré a la habitación, el albornoz estaba en el piso y ella ya se había puesto un minúsculo calzoncito negro. Estaba de espaldas a mí. Su delgada figura estaba muy bien proporcionada. Las nalgas duras y redondas aseguraban un placer suave a quien las acariciara. Mi erección quería ya elaborar sus propias ideas. Me acerqué y la abracé por atrás.—Tengo que ir al diario Manny, déjame cambiar —dijo ella.


Le di besos en el cuello, en la espalda, mientras mis manos se entretenían con su estrecha cintura. Me agaché y le saqué el calzoncito. La acosté en la cama y metí mi rostro entre sus piernas mientras escuchaba que decía mi nombre y cosas como que no podía hacerlo porque no tenía tiempo y que no quería llegar tarde al trabajo. Pronto dejó de decir mi nombre y a quejarse suavemente. Yo seguía y seguía mientras acariciaba sus delgadas piernas y sus firmes pezones.—Ven acá, súbete, ven —dijo y me tiró hacia ella, hacia su rostro.Me subí y la besé. Sentí que su mano metía mi erección entre sus piernas.


Era un lugar perfecto: húmedo, cálido y suave.Nos movíamos como si fuéramos bailarines que se conocían desde la niñez.—Idiota —me dijo, cuando cambiamos de posición: yo acostado y ella sentada sobre mí—, ahora voy a tener que bañarme de nuevo.—No importa —le respondí—, no hay ningún problema con eso.—Es que voy a llegar tarde al trabajo —replicó sin dejar de moverse.—De qué trataba entonces la canción de anoche Laura, un rico polvo nunca se deja para después.Se rió y empezó a moverse más rápido, a gemir más fuerte. Todo su cuerpo era delgado pero firme, elástico, realmente le funcionaba todo eso de no comer en exceso. Yo aguantaba y aguantaba, hasta que sentí que se venía, se venía sentada sobre mí.Luego se metió a la ducha y salió apurada a las oficinas del diario.

Dijo que nunca había llegado tarde y que ese día no tenía por qué ser la excepción. La metódica Laura. Yo me acosté de nuevo y me dormí. Cuando me desperté, el relojito decía que era el mediodía, era un buen momento para levantarme.

Tomado de : http://hombreneanderthal.blogspot.com/2009/06/relatos-de-amor-y-sexo-de-un-chico.html

Un Dia Despues de Brujas...( 31 de Octubre)


"Cuando ocurren cosas, normalmente es a una persona o un grupo de personas compartiendo la misma experiencia, pero esto que voy a contar sucede en un pueblo, y ocurre a todos sus habitantes, los cuales ya están acostumbrados... Pero yo, comovisitante, y mis primas, hemos vivido unas experiencias que a la gente de allí les parece "normales".Fuimos a ese pueblo donde mis tíos tenían en las afueras una casa cerca del pantano.

Para ir al pueblo tenías que seguirun camino de tierra durante cuatro kilómetros hasta llegar. Como en la casa de noche nos aburríamos, mis tíos nosacercaban al pueblo en coche para que pasáramos allí unas horas con los chicos del pueblo. Era verano y las noches invitabana pasarlas hablando y disfrutando de compañía.Los chicos del pueblo al principio nos parecían muy fantasiosos o que nos querían meter miedo.

Decían que algunas nochesse oía el gemido de un niño pidiendo ayuda... pero no venía de ninguna parte, sino de todo el pueblo. Cada uno de los habitantes lo oía en su propia casa, en la calle, en la tienda, en el bar... partía de las paredes, del suelo... a veces incluso sentíanun empujón violento que los lanzaba al suelo...

Contaban queincluso una mujer embarazada perdió a su hijo en la plaza una tarde en la que se encontraba hablando con unas amigas al sentir que unas manos aprisionaban su vientre con tanta fuerza que la hizo abortar allí mismo. Ella estuvo a punto de morir ycuando se recuperó, se fueron del pueblo y no volvieron a él. Les preguntamos que quién podría provocar esas cosas... y que después de lo de la mujer ¿cómo es que la gente no se va del pueblo también? Entonces nos contaron una especie de leyenda y del por qué creen que "eso" atacó tan ferozmente a la mujer.Hacía unos diez años, unos niños del pueblo decidieron irse una noche de verano a otro pueblo vecino. Para ello tenían queatravesar un campo donde en uno de los laterales estaba el cementerio que compartían los dos pueblos y que se hallabajusto a la mitad del camino. Cuando ya estaban bien avanzados oyeron un crujido a sus espaldas. Era el hermano menor de uno de ellos. Le instaron a que se volviese a casa pues no querían cargar con críos y éste se negó en rotundo, más que nada es que le daba miedo volverse solo.

Entonces decidieron despistarle. Al llegar a la altura del cementerio dijeron que iban a jugar para esconderse en él. Como había luna llena se veía bastante bien, este chico aceptó sinsospechar nada... Ya en el cementerio, uno contaba y los demás se escondieron todos juntos, mientras este chico se escondía en otro lado pensando que todos estaban haciendo lo mismo. Cuando ya le perdieron de vista, los chicos se reunieron y salieron por una de las tapias dejando a este chico escondido. No podían evitar reirse de lo fácil que había resultado engañarlo hasta que oyeron un grito desgarrador... Al principio pensaron que se trataba de una broma, hasta que el segundo grito reaccionaron y volvieron a entrar en el cementerio...

Estuvieron buscando por todas partes pero no le encontraron, gritaron su nombre, dieron vueltas y más vueltas y nada. Al cabo de muchas horas, cuando ya despuntaba el alba decidieron buscar ayuda en el pueblo con la esperanza de que el chico les hubiese gastado una broma y se hubiese ido a casa. Al llegar al pueblo, el hermano fue a su habitación, no había dormido allí, la madre le preguntó por su hermano pequeño y éste le tuvo que contar la verdad. La madre avisó al padre y éste a todo el pueblo...

Salieron todos en busca del muchacho al cementerio. Cuando llegaron allí, uno de los vecinos descubrió con terror que el cuerpo del chico se encontraba en una de las fosas que acababan de abrir días antes para un nuevo difunto... El chico tenía la cabeza reventada, los huesos de las piernas y de los brazos retorcidos en una figura grotesca, los ojos cristalizados por el pánico y la boca en una mueca de absoluto terror...

Fue un día negro en todo el pueblo, nadie se explicaba lo que había ocurrido allí. El hermano, con los años, fue internado en un psiquiátrico pues decía que su hermano se estaba vengando de él, le veía en todas partes, le pegaba... Los médicos le diagnosticaron neurosis obsesiva post-traumática, pero no podían explicar los contínuos moratones que aparecían por todo su cuerpo, incluso en la cara...Al cabo de unos años, la madre de estos hermanos se quedó embarazada... y a los siete meses le ocurrió lo que ya contaronantes: Algo había provocado la muerte de su bebé y quizás su propia muerte de la que escapó por poco. Los chicos decíanque los gritos que oían por las noches eran iguales que los que oyeron en el cementerio.Oyendo esta historia la verdad es que les creímos... habíamos pasado un buen rato de miedo y nuestro tio nos vendría pronto a recoger para llevarnos a casa...

Cuando íbamos hacia el coche, sentí un golpe fuerte en mi espalda que me obligó a apoyarme en mi prima de una forma violenta. Casi nos vamos las dos al suelo... Miré hacia atrás, pero los chicos estaban hablando entre ellos a unos tres metros de nosotros. Mi tío dijo que me había tropezado. Mi prima, sin convencerse del todo, fue hacia los chicos, cuando de repente volvió la cabeza hacia el otro lado de forma violenta... Dijo que alguien la había abofeteado... y tenía una mano marcada en la cara... una mano pequeña... Nos asustamos muchísimo... y empezamos a gritar presas de la histeria... Los chicos vinieron a auxiliarnos mientras mi tío abría el coche rápidamente para meternos dentro. Los chicos hicieronuna barrera con sus brazos protegiéndonos de lo que fuese y pudimos meternos en el coche. Por el cristal pude ver cómo golpeaban a algo invisible que les estaba atacando.

Mi tio condujo a gran velocidad tocando el claxon como un loco. Al llegar a la casa llamó a mis otros tios y todos fueron al pueblo a ayudar a los chicos, pero ya todo había pasado. Éstos se encontraban agotados por la lucha, con arañazos, golpes...


pero dijeron que estaban acostumbrados, que no pasaba nada.Las agresiones en ese pueblo son esporádicas y no siempre a las mismas personas... pero ellos sienten que tienen que estarahí para que ese niño que murió de forma tan violenta no esté solo... Llegará el momento en que pueda descansar en paz."